domingo, 31 de marzo de 2013

PASCUA INFERNAL





En la feria de Sanarate una anciana gitana le regaló a mi hermana una coneja, "¿cómo se llama la coneja?" -preguntó mi hermana-, "Aosoth Delepitore Sedit Succurbenoth Shoggoth" -dijo la gitana-; mi hermana prefirió ponerle "Bolita".

Bolita no era una coneja per se, sino una cárcel en forma de mamífero lagomorfo en donde la gitana, en sus días de juventud y hechicería, había encerrado el alma sin perdón de una prostituta caribeña que daba de comer niños a sus numerosos amantes. Así que, como la hechichera veía venir su inminente muerte, decidió deshacerse de la solo-parcialmente-coneja.

De majes alimentamos por un tiempo a Bolita, que fue creciendo groseramente para ahuevamiento de todos. Conforme crecía yo la observaba más de cerca, pasando horas enteras en el jardín junto a ella, viéndola permanecer inmóvil -como quien espera pacientemente su momento para desatar el Ragnarok, ¿ya saben cómo?-. Por las noches yo salía al jardín y de la coneja escuchaba salir voces, incluso llegué a pensar en abrir a Bolita e imaginaba que, de hacerlo, de ella saldrían un chingo de visitadores médicos en miniatura bailando salsa y hablando mierdas. El crecimiento de Bolita fue gradual y acelerado, para cuando nos comenzamos a preguntar las implicaciones científicas de su absurdo metabolismo, ya era demasiado tarde...Bolita estaba lista para revelarse.

Ocurrió una noche de luna llena.

Como todas las noches salí al jardín a observar a la fuckin coneja, pero la fuckin coneja no fuckin estaba. De reojo pude observar una extraña sombra antropomorfa correr por el garage en dirección al patio trasero, la seguí porque mi ahuevamiento solo era superado por mi sed de verdad...pero de pronto mi sed de verdad solo fue superada por un talegazo con un bate en el costado derecho de mi sien, lo cual me dejó inconsciente por unos segundos.

Cuando regresé a la vida, me encontraba en la exacta posición de la foto (la cual hallamos en el patio, días después de los inolvidables y terribles sucesos que narro), en las piernas de esa abominación que para entonces era Bolita. Creo que este es el momento justo para un poco de exposición: resulta que la única forma de romper el hechizo gitano, que condenaba el alma de la caníbal prostituta caribeña al cuerpo de una coneja, era que en una noche de luna llena esta se uniera en un matrimonio ritual con un hombre virgen -yo, en este caso-. Lo anterior no es algo agradable, no solo porque el alma de la caníbal prostituta caribeña quedaría libre para terminar lo que empezó, sino porque yo no estaba preparado para el matrimonio, menos para el matrimonio con una caníbal prostituta caribeña sometida a través de la brujería al cuerpo de una coneja antropomorfa from hell. Por si fuera poco la boda tenía un ambiente patético, talvés por la inadecuada selección musical o talvés porque los invitados eran conceptos infernales no corpóreos.

Justo cuando la luna llena se liberaba del antifaz de las últimas nubes pasajeras, y la coneja se disponía a besarme -rompiendo así el hechizo-, mi papá se levantó a orinar y encontró mi cama vacía. Conforme mi papá se dirigía al patio guiado por los sonidos guturales del blasfemo ritual maritorio que transcurría, acariciaba sus espesos bigotes y recordaba...sus bigotes eran más que un conjunto de pelos amontonados de forma eróticamente masculina; sus bigotes no eran ajenos a los místicos hechizos, pues resulta que, como Bolita, no eran más que un recipiente para un alma en pena...en este caso la de un antiguo maestro de kung fu que, intentando alcanzar la eterna juventud a través de la meditación y algunas pociones pisadas, sin querer atrapó su espíritu en los bigotes de mi papá. Por eso mi papá nunca se cortó los bigotes, porque estaban vivos y porque en ciertas ocasiones extremas -como esta- le susurraban. -"Inmediatamente tomaré posesión de tu organismo, sobre todo de tus piernas, porque soy tu ángel guardián y juré protegerte"- le dijo su bigote, -"hazlo, estoy listo"- dijo mi papá, poético.

Ambos penetraron en la penumbra del patio, contemplando horrorizados el macabro ritual que ustedes pueden ver en la foto; acto seguido la coneja se levantó de su silla arrojándome al suelo como si no fuera yo su futuro esposo, los ojos rojos dispararon continuas ondas infrarrojas en dirección a mi padre, quien conseguía esquivarlas con toda la elasticidad y la potencia que uno solo puede hallar si mira a una gimnasta olímpica tener sexo con Conan bajo una intensa lluvia de cocaína, mis ojos no podían creerlo, ¡Yo que pensaba que los auditores eran aburridos!

Bolita me tomó del brazo y abrió sus espantosas fauces, escupiendo lava y formando un alto círculo de fuego alrededor de nosotros. La luna llena llegó a su punto más alto, aterrorizado a través del fuego, veía a mi papá del otro lado del patio, cansado y con algunas heridas en el estómago, provocadas por los rayos infrarrojos. -"No hay nada que puedas hacer, auditor con bigotes"- dijo Bolita, -"tu hijo será mi esposo y ¡por fin! yo seré libre de este cuerpo esponjoso y que caga chibolitas ¡HAHAHAHA! acomódense, la boda está por comenzar ¡HAHAHAHA!"-. Mi papá se reincorporó intrépidamente y con una mirada bañada en sudor y decisión dijo (o no sé si haya sido El Bigote) -"no me gustan las bodas, solo vine por la comida...y creo que serviremos conejo. ¡KUUUUUUUNG FUUUUUUUUU!"-, mientras gritaba esto, mi papá y su bigote se elevaron por los aires en una gloriosa patada que fue a aterrizar en el rostro de Bolita haciéndola caer sobre su propio fuego, gritando "¡DAAAAAAAAAGHHH!". El calor y el olor a conejo asado se hicieron insoportables, mi papá me sujetó entre sus brazos de auditor y de un salto accedimos a la terraza. El resto de la noche lo pasamos apagando las infernales llamas que invadían el patio.

Decidimos quedarnos despiertos durante la madrugada, comiendo Froot Loops con leche se nos pasó el susto y pensamos en qué excusa le diríamos a mi hermana sobre por qué le prendimos fuego a su coneja -decidimos, en cambio, comprarle otra igual, solo que sin una caníbal prostituta caribeña adentro-. -"¡Espero que encontremos una coneja que solo sea una coneja!"- dije, intentando aligerar el ambiente, -"mi primo tiene una granja cerca, lo vamos a llamar y a ordenar una coneja...que por dentro también sea una coneja"-dijo mi papá, en tono sereno, -"¡Y después ordenemos una prostituta que por dentro también sea una prostituta! ¡o mejor que por dentro sea una aspiradora! ¡HAHAHAHAHA!"-. Y así fue como descubrimos que el bigote de mi papá era un antiguo maestro de kung fu extremadamente sexista.