Fui un pre-adolescente piromaníaco, durante estas épocas muchas veces degusté de cuclillas cientos de superficies retorcerse ante el fuego o quemarse serenas, pero mi especialidad siempre fueron los canchinflines, sabía distinguir "los buenos" de los que te estallaban si no los tirabas rápido. Es más hubo una época por estos días de diciembre en que me convencí que quemar canchinflines era lo que mejor hacía. Pero estaba consciente de lo intrascendente de mi "poder" por lo que comencé a imaginarme liberando al mundo con un canchinflín lanzado con espectacular precisión, con sapiensa absoluta y conocimiento de la cinética, la física y la química envueltos en el momento antes del "shhhhiuuuuiuuuu". Pero liberar al mundo sonaba demasiado pretencioso, aún para un pretencioso ilógico pre-adolescente, entonces sería una chava, al fin y al cabo por aquellos tiempos el heroísmo unidimensional de los superhéroes de la Silver Age aún no había sido del todo erradicado por la horda de antihéroes de los noventas como Wolverine, Spawn o Deadpool, muchos lo llevábamos dibujado en la mente, heroísmo caballeresco pre-feminista que se me presentaba como el camino a seguir para acercarse a una chava. Liberar la belleza con la chispa de un canchinflín lanzado con la sabiduría de un enceste de Jordan ... Fantasía pura.
