Los comics, como las licas, bien pueden dividirse entre los bien hechos, los mal hechos, y los que simplemente se disfrutan. No sé realmente en qué categoría habría de ubicar a Batman: thrillkiller, una historia alterna de Batman ambientada en los tumultosos años sesenta, pues para empezar, su ejecución es preciosa, me refiero a que las ilustraciones de Dan Brereton tienen tanto aliento a Art Deco, tantas postales de arquitectura fascista y tanto ritmo desquiciado, que me hacen pensar que el mundo que habitan sus personajes es uno peligrosamente chirridivertido. Pero luego viene la historia que no es genial, puta, no es nada genial y tiene tantos giros inesperados que se hacen esperados, y tantas vueltas emocionales y amantes engañados que solo puedo imaginar que en estos sesentas, todos se cargaban veinticuatrosiete unas ganas bárbaras de coger.
Probablemente deba decir que es un libro bien hecho, pero que lo disfruté poco o casi nada, especialmente cuando dejé de emocionarme por ver a los clásicos personajes en sus reimaginadas versiones. Este comic me hizo recordar esa vez que me compré la figura de acción de Rafael (la Tortuga Ninja) Astronauta, y pensé "!qué chilero, con su casco y toda la mierda!" pero después de un cierto tiempo me dije "¿qué putas hace Rafael en un transbordador espacial y cómo justifico en mis historias que el cerote esté vestido así?", porque en Thrillkiller no todas las reimaginaciones de los personajes funcionan, y sus personalidades tradicionales no encajan siempre en esta historia, pero el autor no quiere transformarlos del todo en nuevos personajes, y al final es como si Leonardo, Miguelángel y Donatello van a echarse riata con los Foot Soldiers y Rafael es un puto astronauta.
Afortunadamente Batgirl (Barbara Gordon) es un muy buen Batman, ese juego de cambiar géneros aquí no es únicamente un concepto o una imagen curiosa, Batgirl es más que un Batman con vagina, es un emocionante personaje complejo, caprichoso, necio, aislado, solitario, poderoso y profundamente roto que decidió, inspirado por circunstancias trágicas (la macabra muerte de su madre a manos del crimen) pero a la vez absurdas y chistosas (el charco de sangre sobre el que descansaba el cuerpo inerte formó una figura que, tan solo alguien previamente expuesto al logo de Batman quien entonces no existía, podría inmediatamente relacionar con un fuckin murciélago, recordemos que eso de ver figuras en las nubes, los patrones de los pisos cerámicos o los charcos de sangre es básicamente una actividad que uno lleva a cabo cuando está echado en la grama una tarde dominguera con una caja de Pollo Campero al lado, o cagando en el baño, y no cuando acaba de descubrir que !su mismísima madre ha sido asesinada!) disfrazarse de murciélago y hacer un chingo de mierdas ambiguas que pueden, o no, tener relación con combatir el crimen.
Lo anterior es otro de los problemas de Thrillkiller, nunca dentro de la historia está claro qué es lo que Batgirl pretende. Batman, el tradicional, tan tedioso y apretado como el cerote es, se encarga de recordarnos y aclararnos de cuando en cuando cuál es su misión, como si fuera una empresa seria y confiable, por qué hace lo que hace y de que, sí, lo hace porque es un maldito loco. En cambio Batgirl, que es el héroe titular de esta historia, no es una empresa seria y confiable con una misión y visión definidas (restaurar la paz y la esperanza en los habitantes de Ciudad Gótica, acabar con el crimen, hacer limpieza social, vengar a sus padres agarrándola contra el primer infractor de la ley que encuentre o qué sé yo), más bien me pareció como esos dones que cortan grama, pintan casas, chapucean instalaciones eléctricas, bañan chuchos o cualquier otro chance que salga.
Y eso que al principio las intenciones de los vigilantes enmascarados Batgirl y Robin The Boy Wonder prometían desde un punto de vista socio-político, comienzan defendiendo a los trabajadores y frecuentadores de un bar gay bastante bohemio de un grupo de policías corruptos que reclaman su tarifa mensual a cambio de no cagarse ilegalmente en ellos, se nos dice que los enmascarados también intervinieron defendiendo a un grupo de activistas por la Libertad de Expresión de los cuerpos policíacos que estaban a punto de abrir fuego. Sin embargo, de pronto la historia deja de lado la defensa de los grupos marginados o la lucha por los movimientos civiles y la libertad de la gente, y se enfoca en la tradicional y predecible persecución de gangsters a lo Dick Tracy, aquí liderados por Bianca Steeplechase, o la versión femenina del Joker que, a juzgar por el nombre y su cara empolvada de blanco... ah y también que es una narcotraficante !dah!, supongo es una alusión directa a la cocaína.
Me habría encantado leer acerca de una vigilante con tintes feministas barriendo a patadas los supuestos últimos vestigios de una cultura americana llena de minorías marginadas, roles de género impuestos y burocracia fascista... pero supongo que para abordadr esos temas son mejores los X-MEN. Y talvez en algún momento era esa la intención de Chaykin, y por ello eligió los sesenta como momento de cambios, pero quizás se equivocó al querer expresar el feminismo a través de una Batgirl con una imagen y una personalidad sobresexualizada, con un líbido de la gran puta, una afición por coleccionar hombres mamados y disfrazarlos de látex y una tendencia a deambular sonámbula en camisiones traslúcidos frente a su nuevo amante y a su mayordomo, en fin, mamadas que no son más que una variedad de fantasías masculinas.
A Bruce Wayne lo conocemos desde el inicio de la historia, es un cerote tan hermoso y varonil que parece el resultado de que Chayanne desayunara diariamente testículos de antiguos guerreros persas, además de ser un detective honorable y deductivo, aunque aquí deductivo significa tener la capacidad de relacionar a una vigilante disfrazada de murciélago, escultural, pelirroja, con un acompañante musculoso (no dije sidekick pues "acompañante" es un término que guarda mayor relación con la prostitución y el tráfico de menores, y en parte Robin aquí es un enorme niño prostituto) y con un auto especialmente modificado y otros gadgets que solo podría comprar con un chingo de billete y tiempo, con Barbara Gordon, la deseampleada hija socialité del Jefe de Policía, que es escultural, pelirroja, agresiva, millonaria, con un traido musculoso y que presenció a su madre muerta sobre un charco con la forma específica de un murciélago. Qué cerote más deductivo.
Pero después también Bruce Wayne se convierte en Batman, luego de que Robin, convenientemente para la historia, se muriera. En ese punto perdí la esperanza en Thrillkiller, uno no necesita a Batman cuando ya se tiene a una Batgirl con esencialmente los mismos problemas y vicios de Batman, es redundante y apesta. El saber hacer una buena historia de Batman en parte depende de saber limitar el tiempo de exposición de Batman. La serie animada de Batman, esa fabulosa y adictiva saga creada por Paul Dini y basada en el arte de Bruce Timm, contenía espectaculares episodios donde Batman aparecía bien poco. Cuando uno lo piensa Batman (el personaje) no es tan necesario para Batman (las historias) ¿quién necesita demasiado de su rectitud e hipermoralidad cuando se tiene suficiente demencia y vergeos?
Puntuación: 6/10
Batmobile Points: 1957 Corvette modificado. Veloz, elegante y compacto. Perfecto para escapes en la ciudad, no tanto para ataques directos. 7/10
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